Los metales juegan un papel importante en la construcción contemporánea. A nivel domiciliario, y sobre todo en casas, restaurantes y hoteles de reciente factura, la presencia del hierro y el aluminio son destacadas. Este último en estado natural sólo requiere cada tanto un bruñido con esponja de lana de acero superfina o si viene pintado de fábrica necesitará un lavado con agua y detergente neutro.
En cuanto al hierro de marcos, puertas, ventanas, mobiliario, etc. por ser más propenso a la corrosión necesitará un tratamiento más meticuloso.
- Hierro sin pintar: La chapa de hierro con la cual se fabrican distintos enseres para la casa viene revestida con una fina película de grasa de protección que debe ser eliminada en su totalidad para poder realizar una pintura que sea durable.
- Muchos marcos metálicos de puertas y ventanas traen una película de antióxido pero tan inconsistente que con rasparlos con la uña se desprende. Esto indica que por debajo hay rastros de grasitud. Un rasqueteo y lijado a fondo se impone. Después un trapo humedecido en aguarrás hará el resto.
Antióxido o convertidor
El minio de plomo, sustancia de color naranja rojizo fue conocido desde la antigüedad como el antioxidante del hierro. Su fama llega hasta hoy ya que en algunos países se identifica a cualquier antióxido con ese nombre.
Las pinturas llamadas antióxido, lejos del minio, pero con efectos sorprendentes para retardar la formación de corrosión en los metales ferrosos, son muy utilizadas actualmente. Se aplican a rodillo, pincel o pistola sin que sean necesarios conocimientos especiales. Salvo excepciones fundadas no se debe diluir ya que así conserva su grado de máxima dureza y adherencia. En caso de necesidad el producto admite ser diluido con aguarrás de buena calidad.
Dos manos cruzadas brindan mejor resultado que una sola ya que el efecto antioxidante depende de la ausencia de porosidades y el espesor de la capa. El secado se produce en una hora para el tacto y en 6 a 8 hs para máxima dureza. No es necesario lijar entre manos, pero sí después de la segunda, antes de pasar al acabado, para eliminar rastros de pinceladas y cualquier granulosidad.
El convertidor de oxido
.Es un producto de generación más reciente que también evita la transformación del metal pero debe ser utilizado cuando ya está avanzado el proceso de corrosión. El convertidor actúa demorándolo por un lado y transformando el óxido superficial en susta
ncia inerte incapaz de seguir atacando.
Luego se aplican dos manos de convertidor, respetando los tiempos de secado.
Cuando se habla de lijado de metales hay que recordar que la lija común para madera y paredes no sirve para el hierro. Se debe utilizar tela esmeril que resistirá mejor la dureza del metal, y para acabados, lija al agua que se presenta en otras medidas de granos y con un encolado especial que permite sumergirlas en un recipiente con agua cada vez que se empasten. También brindan buenos resultados las almohadilla
abrasivas. Son algo más caras pero en la chapa, tienen un rendimiento superior a las lijas de madera